Builder.ai: El escándalo de la supuesta “IA revolucionaria” que enmascaró fraude masivo

Builder.ai: El escándalo de la supuesta “IA revolucionaria” que enmascaró fraude masivo

Escrito por Steve G. Para Redstone Informatics.

La startup que prometía simplificar el desarrollo de aplicaciones se desplomó tras revelarse que su “inteligencia artificial” era un montaje operado por cientos de programadores humanos

En un giro inesperado en el mundo tecnológico, la startup Builder.ai ha quedado en evidencia tras años de promover una plataforma de desarrollo de aplicaciones basada en inteligencia artificial. Con una valoración que llegó a alcanzar los 1.500 millones de dólares y el respaldo de inversores de alto perfil como Microsoft, la empresa se ha visto envuelta en acusaciones de fraude financiero y manipulación de ingresos. La farsa, que giraba en torno a un producto denominado “Natasha”, ha puesto en jaque la transparencia y la ética en todo el sector tecnológico.


Una promesa revolucionaria con tintes de ilusión

Fundada en 2016 por Sachin Dev Duggal, Builder.ai irrumpió en el panorama tecnológico presentándose como una propuesta disruptiva en el desarrollo de aplicaciones. La compañía se presentaba como la solución definitiva: con la ayuda de su asistente virtual “Natasha”, cualquier persona podría “pedir una app” de la misma manera que se solicita una pizza. Esta propuesta innovadora logró captar la atención de inversores y del mercado, consiguiendo financiamiento millonario de gigantes como Microsoft y fondos internacionales.

Sin embargo, investigaciones recientes han revelado que la supuesta inteligencia artificial no era más que un elaborado montaje. En lugar de utilizar algoritmos avanzados y aprendizaje automático, el proceso de desarrollo se sustentaba en la intervención directa de más de 700 ingenieros ubicados en oficinas de la India. Cada solicitud se atendía manualmente mediante plantillas prearmadas y procesos convencionales de codificación, que se disfrazaban como producto de un sistema automatizado. Este engaño, catalogado de “AI washing”, sirvió para atraer capital y clientes, ocultando la verdadera naturaleza de sus operaciones.


El fraude financiero: manipulación y “round-tripping”

La dimensión del fraude no se limitó a la promoción exagerada de capacidades tecnológicas. Documentos internos y fuentes cercanas al caso indican que Builder.ai incurrió en prácticas fraudulentas para inflar sus ingresos. Entre 2021 y 2024, la empresa habría implementado el mecanismo conocido como “round-tripping”, en el que se efectuaban transacciones inexistentes con VerSe Innovation, una compañía india aliada que supuestamente prestaba apoyo en los servicios de desarrollo.

Mediante este método, la startup reportó proyecciones económicas muy superiores a la realidad. Mientras que las estimaciones apuntaban a ingresos de 220 millones de dólares para 2024, los registros financieros reales apenas reflejaban 50 millones. Estas discrepancias distorsionaron la imagen de crecimiento de la empresa, permitiendo atraer nuevas rondas de inversión basadas en datos adulterados. La situación se agravó cuando Viola Credit—la entidad acreedora que en 2023 otorgó 50 millones de dólares a Builder.ai—detectó inconsistencias y confiscó 37 millones de dólares de las cuentas de la startup, lo que precipitó su proceso de bancarrota.


Desenmascaramiento y consecuencias en la industria

El colapso de Builder.ai se oficializó en mayo de 2025, cuando la startup se declaró en bancarrota y comenzó a despedir a cerca de 1.000 empleados. Las revelaciones sobre la verdadera naturaleza del asistente “Natasha” y la manipulación financiera han generado un intenso debate tanto en el ámbito tecnológico como entre los inversores. Este escándalo ha puesto en primer plano la necesidad de revisar los procesos de valoración de startups y la verificación de las capacidades tecnológicas ofrecidas al mercado.

Expertos en la materia señalan que el caso de Builder.ai no es un incidente aislado, sino una alerta sobre la urgencia de incrementar la transparencia y establecer regulaciones más estrictas en el ámbito de la inteligencia artificial y el desarrollo de software. La práctica del “AI washing”—el uso engañoso del término “inteligencia artificial” para capitalizar el entusiasmo por la innovación—queda salpicada en este montaje, que ha afectado tanto la confianza de clientes como la credibilidad ante organismos reguladores.


Reacciones y el camino hacia una mayor regulación

Representantes del sector tecnológico y analistas han expresado su profunda preocupación ante la proliferación de fraudes como el de Builder.ai. “Este escándalo pone en evidencia la necesidad urgente de marcos regulatorios que aseguren la veracidad en las afirmaciones tecnológicas y que protejan tanto a inversores como a consumidores”, comentó un experto en innovación digital, quien prefirió mantenerse en el anonimato para evitar represalias. La respuesta ha sido variada: mientras algunos inversores abogan por una revisión exhaustiva de las metodologías de financiamiento y verificación tecnológica, otros insisten en la implementación de procesos más rigurosos de auditoría financiera.

El debate sobre la transparencia en el sector tecnológico también ha impulsado la intervención de organismos internacionales y locales en Estados Unidos, Reino Unido e India, que han iniciado investigaciones para sentar precedentes en casos de mala praxis. En este contexto, la sociedad y los actores del mercado tecnológico demandan medidas estrictas que garanticen que la confianza y la innovación no se vean comprometidas por prácticas fraudulentas.


Conclusión

El caso de Builder.ai constituye una lección contundente sobre los riesgos de depositar confianza en promesas tecnológicas sin el adecuado respaldo de evidencias y verificaciones independientes. La startup, que se presentaba como un disruptor en el desarrollo de aplicaciones mediante inteligencia artificial, se vio envuelta en un entramado de engaños que incluyó prácticas fraudulentas para inflar sus ingresos y la utilización de una fuerza laboral humana para simular procesos automatizados. Este escándalo no solo ha deteriorado la reputación de Builder.ai y de sus inversores, sino que también ha evidenciado la urgente necesidad de implementar controles más estrictos en el sector tecnológico. La lucha contra el “AI washing” y la búsqueda de una mayor transparencia financiera y tecnológica serán fundamentales para prevenir que hechos similares se repitan en el futuro.


Fuentes

  • Bloomberg
  • Reuters
  • Excelsior
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